Y sin darme cuenta el acto de entrega más grande que Dios me ha enseñando es : elegir el fallo para abrir mas puertas de lo que la razón me permite ver.
Si algo recuerdo , es que de niña siempre fui bien corajuda.
Mi papá me decía “ojos, porque eres tan atrabancada”.
Cuando regresaba con algunos golpes, por subir aqui y alla, por andar entre arboles y banquetas.
Era una voz linda y genuina, una voz de cuidado
que aún guardo como un amuleto.
Porque si, soy muy atrevida , siempre lo he sido.