El arte de fallar

Así camino por la vida,

loca, soñadora, descarada, incoherente e ignorante en muchas formas posibles.

Pero es que, cada vez que suelto todo lo que creo saber,

me abro a mi ignorancia más profunda.

Y entonces, la barrera del conocimiento se disuelve,

y algo en mí vuelve a respirar.

Algo en mi se siente bien en recordar que soy una aprendiz con mucho coraje.

Y sin darme cuenta el acto de entrega más grande que Dios me ha enseñando es : elegir el fallo para abrir mas puertas de lo que la razón me permite ver.

Si algo recuerdo , es que de niña siempre fui bien corajuda.

Mi papá me decía “ojos, porque eres tan atrabancada”.

Cuando regresaba con algunos golpes, por subir aqui y alla, por andar entre arboles y banquetas.

Era una voz linda y genuina, una voz de cuidado

que aún guardo como un amuleto.

Porque si, soy muy atrevida , siempre lo he sido.

Siempre he elegido lo desconocido, los caminos que no tienen mapa, al menos no en mi historia o contexto de vida.

Siempre me he lanzando con coraje a la vida desconocida que sueño.

Siempre me han llamado las nuevas montañas,

los senderos por descubrir,

los paisajes que solo existen

cuando una se atreve a buscar nuevas puertas, a sumergirse, y a fallar.

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Del otro lado del río